Por Juan Martín Cava
Los últimos días han sido buenos para Chile. La pasada semana se escogió al derechista Sebastián Piñera como presidente, lo que quebró la monotonía de la Concertación en La Moneda y dio nuevos aires al gobierno, algo generalmente saludable. Sin embargo, otra noticia llegó desde el Sur: el ingreso de este país a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo), que agrupa a las naciones desarrolladas del mundo. Ello convierte a Chile en el primer país de Sudamérica (y el segundo de América Latina) en ser aceptado en esta organización. Sin embargo, este reconociento no hace más que premiar el esfuerzo continuo de una nación de la cual, nos guste o no, tenemos mucho que imitar.
Los últimos días han sido buenos para Chile. La pasada semana se escogió al derechista Sebastián Piñera como presidente, lo que quebró la monotonía de la Concertación en La Moneda y dio nuevos aires al gobierno, algo generalmente saludable. Sin embargo, otra noticia llegó desde el Sur: el ingreso de este país a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo), que agrupa a las naciones desarrolladas del mundo. Ello convierte a Chile en el primer país de Sudamérica (y el segundo de América Latina) en ser aceptado en esta organización. Sin embargo, este reconociento no hace más que premiar el esfuerzo continuo de una nación de la cual, nos guste o no, tenemos mucho que imitar.
Comparativamente con el Perú, Chile es un país pequeño y extenso. En cuanto a la explotación de recursos naturales, esta se basan en la exportación de cobre. Sin embargo, la ausencia de fuentes de energía como petróleo y gas hacen que su economía dependa de la volatilidad del precio mundial del petróleo. Por otro lado, Chile fue uno de los últimos países en recurperar la democracia después de las dictaduras militares en la segunda mitad del siglo XX. Y sin embargo, la institucionalidad demorática de este país es quizá la más fuerte de la región. ¿Por qué?
Pues la respuesta es simple: disciplina. La dictadura chilena dejó, como todas las dictaduras de aquella época, profundas heridas en la sociedad. A pesar de ello, la respuesta de la sociedad y de las fuerzas políticas fue fortalecer las intituciones democráticas. Esto es, quizás, la base de toda democracia duradera. El mejor ejemplo de esto es Estados Unidos, país que mantiene la misma constitución desde su fundación, a la cual ha añadido solo algunas adendas necesarias para actualizarla.
Junto con esta a la estabilidad política, Chile ha abierto su economía a la inversión extranjera, asegurando con ello calma económica, lo cual ha permitido además el fortalecimiento y la internacionalización de los capitales locales que se han invertido en la región y en países cómo Perú. Todo esto ha permitido a Chile reducir la pobreza a un 10% en una generación, y se calcula que será un país industrializado a finales de esta década. La continuidad de las políticas y la responsabilidad parecen ser los dos ingredientes principales de la receta chilena.
Pues la respuesta es simple: disciplina. La dictadura chilena dejó, como todas las dictaduras de aquella época, profundas heridas en la sociedad. A pesar de ello, la respuesta de la sociedad y de las fuerzas políticas fue fortalecer las intituciones democráticas. Esto es, quizás, la base de toda democracia duradera. El mejor ejemplo de esto es Estados Unidos, país que mantiene la misma constitución desde su fundación, a la cual ha añadido solo algunas adendas necesarias para actualizarla.
Junto con esta a la estabilidad política, Chile ha abierto su economía a la inversión extranjera, asegurando con ello calma económica, lo cual ha permitido además el fortalecimiento y la internacionalización de los capitales locales que se han invertido en la región y en países cómo Perú. Todo esto ha permitido a Chile reducir la pobreza a un 10% en una generación, y se calcula que será un país industrializado a finales de esta década. La continuidad de las políticas y la responsabilidad parecen ser los dos ingredientes principales de la receta chilena.
Sin embargo, veo yo algo de eso en el Perú desde 2001. En ese año, al igual que en 1988, nuestro país salía de un gobierno autoritario, y era para el nuevo gobierno un reto fortalecer la democracia y sacar al país de la recesión en la que había quedado sumido tras el gobierno de Fujimori. Sin embargo, el gobierno de Toledo (obviando detalles como el avión parrandero y los sobrinos del presidente) realizó eficientemente estas dos tareas: asentar el crecimiento y mantener la inflación baja por el lado de la economía, y mantener el respeto de los poderes del estado y el respeto a la libertad de expresión por el lado de la democracia. Lo esperanzador de esto fue que el crecimiento económico y el manejo fiscal disciplinado se han mantenido en el gobierno de un aplicado Alan García que, tras su desafortunado primer gobierno, parece haber aprendido la lección. Por otro lado (y lo dice alguien que no es aprista ni partidario del presidente), considero que este gobierno ha respetado la libertad de prensa y expresión. En lo político y económico, creo que hoy, como nunca, "somos libres".
Es aquí dónde recuerdo aquella famosa frase: "¡sí se puede!". Chile es el mejor ejemplo de esto en la región y hoy invito a todos a ilusionarse con un mejor mañana: vamos por el camino correcto.
No Response to "Esperanto :: El ejemplo chileno"
Publicar un comentario