Dentro del vientre de algún lobo :: Cuéntanos la Caperucita Roja

Por Gabriela Ibáñez



Llega un momento en que dejamos de creer en los cuentos de hadas. Cerramos los libros, abandonamos nuestro hogares, desoímos los sabios consejos y nos internamos en el bosque. Hasta que un buen día perdemos de vista el camino de vuelta a casa.


Era el año 2004, había dejado la universidad y trabajaba en la sección infantil de una librería. Mi objetivo era ahorrar lo suficiente para trasladarme de universidad y estudiar lo que siempre quise: Literatura. Además, una vez a la semana hacía voluntariado en el pabellón de niños del Hospital de Enfermedades Neoplásicas. Hacía lo que mejor sabía: leer cuentos. Antes de empezar la lectura, les mostraba a los niños libros de diferentes formas, tamaños y colores para que escojan. Después de que jugaban unos minutos con ellos, la elección era casi siempre la misma: “Cuéntanos la Caperucita Roja”.


Confieso que desde esa época, no me he podido desligar de este cuento en particular y de aquello que llamamos literatura infantil. Ingresé a la facultad de Literatura Hispánica, estudié todos los cursos de rigor e hice las lecturas requeridas, pero siempre regresaba a mis viejos cuentos. Quizá porque escuchándolos y leyéndolos tantas veces, aprendí a leer la vida y a la literatura misma a través de estas estructuras sencillas pero infalibles.


Existen múltiples versiones acerca del cuento de la niña que fue devorada por un lobo feroz. Las dos versiones más conocidas son la de Charles Perrault (1697) y la que dieron a conocer los hermanos Grimm (1812).


–¡Abuelita, qué dientes más grandes tiene!


–¡Son para comerte!


Y diciendo estas palabras, el malvado Lobo se arrojó sobre Caperucita Roja y se le comió. (Perrault).A diferencia de la versión de Grimm, aquí el cazador nunca aparece para sacar del oscuro vientre del lobo a la abuela y a Caperucita. En otra versión, por ejemplo, cuando el lobo está a punto de devorar a la niña, esta le pide poder ir un momento al baño. El lobo le permite salir atándola a una cuerda pero, a su vez, la muchacha, utilizando su ingenio, ata la cuerda a un árbol y huye. En una versión más moderna, Cuentos en verso para niños perversos (1987) de Roald Dahl, la niña ya no es un ser inocente. Cuando el lobo la amenaza con devorarla, Caperucita saca una pistola y lo mata de un disparo en la cabeza. Posteriormente se hace con la piel del lobo su anhelado abrigo.


Las diferentes versiones de Caperucita Roja que han aparecido a lo largo de la historia, tanto a nivel de edición y reelaboración del texto como por la concepción de las ilustraciones, no sólo nos permiten vislumbrar el concepto de la infancia en las diferentes épocas, sino que nos permite observar cómo ha ido evolucionando la literatura infantil. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de literatura infantil? ¿Existe lo propiamente infantil? Trataremos de respondernos a estas preguntas próximamente.


Por el momento, yo me quedo con la versión de Perrault, la de la muerte que a su vez es vida, el comienzo de una nueva etapa. ¿Vivirá ahora la niña dentro del vientre del lobo? ¿Acaso lo convertirá en su nuevo hogar? ¿Será este el nuevo espacio desde donde será posible la ficción? Quizá, más tarde, Caperuza alcance la sabiduría de los que han vivido dos veces y pueda emprender el camino de vuelta a casa.

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